miércoles, 9 de diciembre de 2009

Y Dale Ellis cogió su fusil


Cuando eres niño, tiendes a idealizar ciertas cosas que tal vez solo tuvieron un alto porcentaje de magia. Hay pequeños recuerdos que te acompañan toda la vida y que son muy, muy especiales para siempre. A veces un olor, a veces unos recuerdos entrecortados en la mente de algún lugar, que te hacen que pasados los años se te erice la piel al volver a sentirlos y te lleven a sentir que esas cosas eran mejores que lo que realmente eran.

Eso me pasa con un equipo de la NBA. Sí, mis Seattle Supersonics de mediados de los 80. Ni siquiera llegaron a la final de la NBA y seguramente ninguno de los jugadores ingrese jamás en el Hall of Fame (una estafa), pero en mis recuerdos siempre existirá ese quinteto formado Nate McMillan, Dale Ellis, Xavier McDaniel, Tom Chambers y Olden Polynice. Desde ese día siempre he sido de los Sonics, algo inexplicable, seguramente estúpido para un niño que vivía a miles de kilómetros de Seattle.

Después vino el grunge, y resultó que también era de esa maravillosa ciudad del noroeste de Estados Unidos. Y vinieron dos quintetos más para la historia, aquel de mediados de los noventa con: Gary Payton, Detlef Schrempf, Hersey Hawkins, Shawn Kemp y Sam Perkins. Otra vez muy cerca del milagro del título.

Y por último, a mediados de los 2000 el equipo "basura" de los dos megacañoneros: Ray Allen y Rashard Lewis, rodeados de gente como Vladimir Radmanovic, Luke Ridnour y Nick Collison.

Mis amados Sonics, siempre irán conmigo, sigo esperando que el proyecto de Gary Payton devuelva a la ciudad un equipo NBA. Un lugar mágico de donde nunca debió salir.

Y para el recuerdo, Kevin Durant, sólo un año, antes del cambio a Oklahoma pero un Sonic para siempre. Parasiempre, mi fantástica camiseta de un futuro MVP: Mr. Durant.

Go Sonics.

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