jueves, 14 de enero de 2010

Una palabra

Llevo cinco años buscando una palabra. Cada día la necesito más. Ha de ser una palabra totalmente nueva, algo que describa lo mágico, lo auténtico, lo hermoso, lo divertido y lo perfecto. Mientras la encuentro tengo que seguir hablando de ella sin poder describirla.

Simplemente la llamo Lucía Logroño Romero, mi hija.

No puedo usar los adjetivos conocidos para alguien que rompe todos los esquemas siempre hacia mejor.

Cuando muera sabré que dejé algo en el mundo que supera todo lo que pude siquiera imaginar. Un ser que, de mi parte, tiene sólo mis cosas buenas elevadas a la enésima potencia, de otra parte, también sólo buena, lo mejor de su madre y un infinito porcentaje de ella misma, simplemente inigualable.

Puedo reir sin parar oyéndola, mirarla bajo una sábana mientras me cuenta historias maravillosas, abrazarla hasta querer fundirla y sentirme el hombre más poderoso del mundo porque "la protejo de que nada ni nadie le haga daño".

Bailamos rock y música indie sin parar de reir, veo películas de esas que ella llama "en blanco y negro donde la gente lleva sombrero". Grita los goles de mi Córdoba, de mi Barça y de mi España.

Viajo por toda Europa en su compañía, vuelvo a mi tierra en ocasiones para oirla decirme que "es un lugar maravilloso y que si ella también puede ser un poquito de aquí".


Entiende todos los juegos de palabras, todas mis bromas, todas mis locuras. Con ella no tengo que ser nadie más, sólo su papá, sin miedo a nada.

Desde que nació hace 5 años me ha hecho comprender casi todo, todo menos cómo pudo salir algo tan maravilloso de mí., supongo que es porque cada día se parece más a su madre.

p.d: ¿os he hablado alguna vez de mi bebé Elisabeth? cuando crees que El Padrino es insuperable, va Francis Ford Coppola y la iguala con El Padrino II.

No hay comentarios:

Publicar un comentario