jueves, 25 de febrero de 2010

Saltando en la cama

Hay una cosa en ser padre que es un fastidio. Es una de las muy pocas que existen en comparación a las cosas buenas. Claro que, depende de que hijos tengas, en mi caso tengo dos ángeles de niñas.

Y todo es bastante fácil.

Lo malo de ser padre es que siempre existe el continuo miedo a que tus hijos se "deseduquen", o se consientan o, simplemente se vuelvan unos macarras incontrolables que no distinguen lo bueno de lo malo ni para ellos ni para nadie.

Esa eterna espada de Damocles cuelga sobre tu cabeza cuando eres padre. Miras a tus hijos y sabes que ellos no son así pero...tienes que seguir el ritual y prohibirles un montón de cosas.

En ocasiones me encantaría mandar todo al cuerno y dejarlas hacer lo que quisieran, casi todo lo divertido es peligroso, malo o puede traer consecuencias, y eso es un asco.

Me encantaría no tener que estar casi todo el día con el "Lucía, no hagas eso, Elisabeth, no cojas eso".

Toda una infancia diciéndoles: "no comas eso que te caerá mal, no saltes en la cama, no veas tantos dibujos, vete a dormir ya que es muy tarde, termínate la comida, recoge todo eso que tienes que aprender a recoger, no grites tanto, no vayas descalza que te pondrás mala... "

Ojalá uno supiera que todo va a salir bien, que puede dejarlas disfrutar de una infancia en la que nadie se tuerce, nadie pierde el respeto por sus padres, nadie enferma y nadie se golpea jugando.

A veces me siento como si fuera un dictador de estos que cada cierto tiempo pululan por los países y que dicen que les van a dar todo a su pueblo sin contar en una mierda con su pueblo.

Y me encantaría dejar siempre ese brillo de sus ojos mientras saltan en la cama pero, al final, tengo que admitir que pueden caerse, que pueden romper cosas y...tengo que apagar ese brillo.

Imaginad que, como decía Woody Allen en El dormilón, un día de aquí a varios siglos se descubre que comer carne, fumar, beber, tener sexo muy a menudo es sano para la salud y que la gente lleva años muriendo por comer vegetales, no beber alcohol, no fumar, etc...

Pues eso, imaginad que un día se descubre que si dejas divertirse a los niños no pasa nada...que son lo suficientemente listos para ser buenos por sí mismos y que...cuando mayores, son muy felices.

Mis padres me hicieron muy feliz de pequeño (y de grande), y eso no me lo puede quitar nadie. Ojalá yo también sepa hacer feliz a mis hijas.